El Toro y el Chacal

Había una vez un chacal que quería comer  todos los días. Igual que nosotros. Pero como no podía comprar comida hecha, tenía que cazar para comer.
Cierto día, atravesando un campo, vio un toro.
¡Ah!”__se dijo__”¡ Qué testículos tan grandes cuelgan de este animal ¡ Para mí serían como desayuno, almuerzo y cena todo junto. Este toro es poderoso, como los ricos que tienen una bolsa llena de dinero- Muchos andan detrás de ellos sonriéndoles a ver si consiguen algo. Aunque yo no sé sonreír lo vigilaré para ver cuándo cae mi comida. Voy a seguirlo”.
Así lo hizo. Cuando el toro se echaba a dormir, el chacal hacía lo mismo; cuando el toro caminaba, él lo seguía. Si tenían sed bebían agua fresca del mismo arroyo o se tendían a tomar sol. Si  llovía el chacal lo espiaba desde el hueco de un árbol donde se resguardaba.
Fue pasando el tiempo: a veces caminando, otras durmiendo, siempre esperando que cayeran los testículos para comérselos; pero… ¡ no caían! Hasta que un día el animalito se encontró
          can__sa__do
                            a__del__ga__za__do
                                                  y des__i__lu__sio__na__do
Entonces, igual que los interesados que ya no esperan nada, porque ni una moneda cae de la rica bolsa, el chacal dejó de perseguir al toro y regresó lentamente por su camino.


Ilustrado por Juan Manuel Tavella